Abel Arana comenzó a narrarnos las aventuras y desvaneos de Alejandro y su particular familia en Historias de Chueca, un cuadro realista y esperpéntico en pleno siglo XXI; desde ese primer momento los lectores queríamos más, por lo que se publicó la segunda parte: Más, en el que continuaban los líos y desvaríos de unos y otros, pero en el que el prota no alcanzaba la felicidad. Finalmente, Arana nos presenta Telón, como broche final a esta historia localizada en Chueca.
Alejandro se siente solo, ve que cada uno de sus amigos ha construido una vida y él todavía no ha encontrado la persona idónea para compartir la suya, pero lo mejor esta por llegar. Cuando le proponen convertir a una desconocida en estrella de la música abanderada del colectivo lgtb. Ese será el inicio de la zambullida de Alejandro en el mundo de la música pop, donde los grandes iconos del momento se paseen por las páginas del libro y desemboque en el reencuentro con Javi.
Asimismo, la vida continúa para el elenco de personajes: Miguel, Felipe, su hijo Stephen, la super mary JuanGa, Matilde y su bombero, Celeste y muchos que tendrás que descubrir en este gran final de Historias de Chueca.
"¿Un poco maricón o un poco psicólogo, mi arma? pos vamos a empezar la terapia que luego he quedado con un rumano pollón que me ha disho que me va a dejar preñá de trillizos digooo..."
Entrada relacionada: Entrevista a Abel Arana sobre Telón - Historias de Chueca 3
Observaciones: Egales, 2010.
Sinopsis (editorial): Con esta tercera entrega concluye Abel Arana sus "Historias de Chueca", una trilogía en la que, entre mil risas por página y un desenlace tan inesperado y contundente como sensacional y melancólico, el emblemático barrio gay de Madrid se muestra tal como es. O quizás tal como ha sido, al menos para Alejandro, el deslenguado, feroz, lúcido y, en efecto, sensible narrador y protagonista de este desopilante y, a la postre, emocionante adiós a ese paraíso frenético y explosivo, aunque no siempre de color rosa, y a su fauna enloquecida y ruidosamente adorable, aunque no siempre feliz.
Enraizado en el intenso modelo valleinclanesco de los espejos deformantes, el relato de Chueca que ahora remata Abel Arana está lleno de personajes disparatados, pero inconfundibles; de sueños naturales o inducidos, de carcajadas y petardeo y músculos a granel con insospechadas punzadas en el corazón, de situaciones desternillantes que de pronto hacen hueco a recuerdos dolorosos y conmovedores y al vértigo del porvenir. La nostalgia del Pasapoga convive con la evocación del primer beso y el primer amor; la necesidad de sentirse deseado y no sentirse solo alterna con las ganas de ser lo más sin interrupción. Vuelve, en un sostenido homenaje a la amistad, el elenco completo de las entregas anteriores —Miguel, Felipe, el increíble niño Stephan, el gran JuanGa, Matilde y su bombero porno, Celeste...— y aparece Javi, un encanto ambulante del que se enamoraría cualquiera. Y vuelven, claro, en la lengua fulgurante y destrozona de Alejandro, toda la corte celestial y todo el bestiario terrenal de cualquier "chuequero" que se precie.
Perspicaz, descarado, vibrante, hilarante, repleto de ingenio malvado y de repentina calidez sentimental, en este brillante adiós narrativo a Chueca, vuelve Abel Arana a demostrar su implacable talento para la farsa y su sorprendente apuesta por la lucidez y la emoción.
Eduardo Mendicutti
Enraizado en el intenso modelo valleinclanesco de los espejos deformantes, el relato de Chueca que ahora remata Abel Arana está lleno de personajes disparatados, pero inconfundibles; de sueños naturales o inducidos, de carcajadas y petardeo y músculos a granel con insospechadas punzadas en el corazón, de situaciones desternillantes que de pronto hacen hueco a recuerdos dolorosos y conmovedores y al vértigo del porvenir. La nostalgia del Pasapoga convive con la evocación del primer beso y el primer amor; la necesidad de sentirse deseado y no sentirse solo alterna con las ganas de ser lo más sin interrupción. Vuelve, en un sostenido homenaje a la amistad, el elenco completo de las entregas anteriores —Miguel, Felipe, el increíble niño Stephan, el gran JuanGa, Matilde y su bombero porno, Celeste...— y aparece Javi, un encanto ambulante del que se enamoraría cualquiera. Y vuelven, claro, en la lengua fulgurante y destrozona de Alejandro, toda la corte celestial y todo el bestiario terrenal de cualquier "chuequero" que se precie.
Perspicaz, descarado, vibrante, hilarante, repleto de ingenio malvado y de repentina calidez sentimental, en este brillante adiós narrativo a Chueca, vuelve Abel Arana a demostrar su implacable talento para la farsa y su sorprendente apuesta por la lucidez y la emoción.
Eduardo Mendicutti
Bio: Abel Arana
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