Entrevista a Rubén Mettini sobre Tres noches:
- ¿Cómo te sientes al ser el ganador del XI Premio Odisea?
Sorprendido. No creí que una novela con un protagonista de 70 años pudiera aspirar al premio. Y también siento una gran alegría porque el jurado, seguramente, valoró la calidad literaria del texto.
- ¿Qué supone este premio en tu trayectoria de narrador?
Supone reconocimiento. Llevo muchos años escribiendo y un premio siempre es una confirmación de que el camino que uno va siguiendo, no va errado. Y además estimula a seguir fabulando nuevas tramas.
- ¿Por qué te decidiste a participar en el concurso?
Por primera vez toqué un tema estrictamente homosexual y, cuando la novela estuvo acabada, tenía claro que el premio Odisea era el concurso propicio para presentarla.
- ¿Son suficientes Tres noches para narrar toda una vida?
Toda una vida requeriría muchas más noches. Sólo me centré en los momentos cruciales de una vida. Un joven no tiene conciencia aún de los instantes decisivos, un hombre maduro comienza a entender que hubo personas, amores y deseos que marcaron su existencia.
- ¿Cómo se siente un hombre gay cuando se aproxima a los 60 años?
Se siente un poco “invisible”. Y se da cuenta de que los afectos y el cuerpo todavía necesitan seguir vivos. Hay que buscar algo de visibilidad para no volver a entrar, definitivamente, en el armario.
- ¿Qué rasgos guardas en relación con Lucas, el protagonista de la novela?
Ninguno. No tengo ningún rasgo en común con Lucas. Estamos en las antípodas en todo. Para mí era un desafío hallar esa voz tan distinta de mi voz. Sebastián tal vez tenga más puntos en común conmigo.
- ¿Se puede conocer a una persona que está desnuda y dormida?
No se la puede conocer en absoluto. De todos modos eso no impide que un desconocido pueda ayudarnos. Desde hace tiempo tengo el proyecto de un libro de cuentos llamado Innecesarios e imprescindibles. Gente que pasa por nuestro lado casi inadvertida y, más tarde, descubrimos que dijeron o hicieron algo que fue esencial para uno.
- ¿Piensas que el SIDA ha hecho mucho daño a la población gay?
Absolutamente. Creo que hay un antes y un después, situado alrededor de 1985. Un virus que cambió el signo de las relaciones, que generó miedos, actitudes temerarias y privaciones. Y por supuesto la enfermedad también mató a muchos de nuestros amigos y conocidos.
- ¿Qué le recomiendas a los jóvenes para que no enfermen como Emilio?
Simplemente que tengan en cuenta la medidas de precaución. Hoy ya no es un tema ni misterioso ni tabú. Se habló mucho en estos años de esas medidas. Y lo recomiendo tanto para gays como para heterosexuales. La enfermedad no hace distinciones de género.
- ¿Qué significado tiene para ti la hipocresía?
Centrándonos en el mundo de la pareja, hipócrita es alguien que te confiesa con total candor, mirándote a los ojos, no haberte engañado, cuando sí lo hizo.
- ¿El engaño es la fachada de la fidelidad?
Mi idea de la fidelidad se basa en sentimientos, no en el sexo. No rompería una pareja porque el otro se va a la cama con un tercero. Pero exijo que eso se comente. Si el precio del equilibrio de la pareja es el ocultamiento y la mentira, allí no hay fidelidad, sino un paripé de afecto falso.
- ¿Es difícil superar la muerte del amado?
Nunca he vivido esta situación. La conozco por amigos o amigas que han perdido a su pareja. Es realmente difícil. Exige un tiempo de luto. Pero lo esencial es que la persona “viuda” acabe superando esa muerte, porque si no, el otro se vuelve un fantasma, un lastre que impide seguir viviendo.
- ¿Piensas que los jóvenes no dejan la ropa bien doblada?
De joven me desesperaba estar con alguien que se quitaba la ropa y la doblaba cuidadosamente, cuando el deseo era una urgencia. De allí surgió la idea del joven que tira la ropa a los pies de la cama hecha un revoltijo, frente al maduro que deja sus prendas perfectamente ordenadas en una butaca.
- ¿Espiaste de pequeño a tu primo mientras se duchaba?
Fui muy precoz en la sexualidad. Creo que mi uso de razón nació ya teniendo relaciones sexuales. Así que tanto con primos como con amigos hubo sexo desde mis 10 ó 12 años. Nunca tuve necesidad de espiarlos.
- ¿Qué piensas de aquellos como Adrián?
Soy Economista y salí de Argentina con una beca en Desarrollo Económico. Hice estudios en Nápoles, en Varsovia, en Estocolmo y en Bilbao. En Barcelona dejé la Economía, estudié Filología y me decanté por la lengua y la literatura. Los economistas de los 70 éramos algo hippies. Luego llegaron las nuevas generaciones que apostaban por hacerse ricos. No juzgo a Adrián, conozco gente de Gay in Business que son eficientes y acaudalados. Eso me sirvió para criticarlos a través del personaje de Sebastián. Mis relaciones con estos nuevos economistas son magníficas.
- ¿Las personas no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos?
No podría generalizar. Sé que no supe valorar a determinada gente hasta que la perdí. Ahora intento apreciar y querer a los que están cerca de mí, sin esperar a que desaparezcan de mi lado.
- ¿Actuarías como Sebastián, uniendo a dos personas para dormir?
Sin duda. Uniría a dos personas para dormir, para bailar o para cualquier otra cosa. En Latinoamérica es habitual poner en contacto a gente amiga, cuando uno supone que esa gente podría entenderse.
- ¿Cómo valoras la función que cumple el Messenger en la socialización de las personas homosexuales?
El Messenger es útil no sólo para los homosexuales. Conozco muchas parejas estables, gays y heteros, que se conocieron por Messenger. Es una herramienta de gran utilidad para llegar a gente desconocida, que vive en sitios lejanos. Nos sirve para conocer a gente que sufre, gente que está enferma, gente que tiene ganas de divertirse con una webcam, gente que busca el amor...
- ¿Cuándo una persona es feliz?
En vez de felicidad, me gusta hablar de bienestar. Lo importante es sentirse bien solo o con los otros. La felicidad se da en instantes, no es un estado permanente. Generalmente nos damos cuenta después de que en un momento pretérito fuimos felices. Me gusta decirme que la felicidad siempre cae lejos y tarde.
- Completa la frase: Somos dos durmientes inocentes en una cama,... Cambiaré la frase. Diría: “Somos dos muñecos de trapo que intentan consolarse uno al otro”. Leí esta frase, hace poco, en una autora sueca, Marianne Fredriksson. Creo que eso es lo hacen esos dos durmientes inocentes en la cama.
- ¿Nos podrías adelantar cuáles son tus próximos proyectos?
Escribí mucho y prescindí de editar durante 10 años. Se trata de libros que ya están acabados. Una es una novela histórica, Invocación a las tinieblas, con la vida de una joven acusada de bruja en la Barcelona del 1600. Otro es un libro de relatos basados en pinturas de Magritte. El tercero es una novela que comienza con una mujer violada, que tratará de elaborar y borrar esa violación. Hay otros proyectos que están escritos a medias. Aprovecharé el estímulo del premio Odisea, para intentar editar todas estas obras que duermen en estanterías.
- ¿Has echado en falta alguna cuestión? ¿Qué habrías respondido?
No he echado en falta nada. La entrevista es exhaustiva. Sí, quiero agradecer el interés del periodista por leer tan a fondo una novela. Para un autor consecuente, es lo mejor que puede pasarle. De este modo la entrevista nos obliga a reflexionar sobre el libro y descubrir aspectos que ni contemplamos a la hora de escribir.
- ¿Cómo te sientes al ser el ganador del XI Premio Odisea?
Sorprendido. No creí que una novela con un protagonista de 70 años pudiera aspirar al premio. Y también siento una gran alegría porque el jurado, seguramente, valoró la calidad literaria del texto.
- ¿Qué supone este premio en tu trayectoria de narrador?
Supone reconocimiento. Llevo muchos años escribiendo y un premio siempre es una confirmación de que el camino que uno va siguiendo, no va errado. Y además estimula a seguir fabulando nuevas tramas.
- ¿Por qué te decidiste a participar en el concurso?
Por primera vez toqué un tema estrictamente homosexual y, cuando la novela estuvo acabada, tenía claro que el premio Odisea era el concurso propicio para presentarla.
- ¿Son suficientes Tres noches para narrar toda una vida?
Toda una vida requeriría muchas más noches. Sólo me centré en los momentos cruciales de una vida. Un joven no tiene conciencia aún de los instantes decisivos, un hombre maduro comienza a entender que hubo personas, amores y deseos que marcaron su existencia.
- ¿Cómo se siente un hombre gay cuando se aproxima a los 60 años?
Se siente un poco “invisible”. Y se da cuenta de que los afectos y el cuerpo todavía necesitan seguir vivos. Hay que buscar algo de visibilidad para no volver a entrar, definitivamente, en el armario.
- ¿Qué rasgos guardas en relación con Lucas, el protagonista de la novela?
Ninguno. No tengo ningún rasgo en común con Lucas. Estamos en las antípodas en todo. Para mí era un desafío hallar esa voz tan distinta de mi voz. Sebastián tal vez tenga más puntos en común conmigo.
- ¿Se puede conocer a una persona que está desnuda y dormida?
No se la puede conocer en absoluto. De todos modos eso no impide que un desconocido pueda ayudarnos. Desde hace tiempo tengo el proyecto de un libro de cuentos llamado Innecesarios e imprescindibles. Gente que pasa por nuestro lado casi inadvertida y, más tarde, descubrimos que dijeron o hicieron algo que fue esencial para uno.
- ¿Piensas que el SIDA ha hecho mucho daño a la población gay?
Absolutamente. Creo que hay un antes y un después, situado alrededor de 1985. Un virus que cambió el signo de las relaciones, que generó miedos, actitudes temerarias y privaciones. Y por supuesto la enfermedad también mató a muchos de nuestros amigos y conocidos.
- ¿Qué le recomiendas a los jóvenes para que no enfermen como Emilio?
Simplemente que tengan en cuenta la medidas de precaución. Hoy ya no es un tema ni misterioso ni tabú. Se habló mucho en estos años de esas medidas. Y lo recomiendo tanto para gays como para heterosexuales. La enfermedad no hace distinciones de género.
- ¿Qué significado tiene para ti la hipocresía?
Centrándonos en el mundo de la pareja, hipócrita es alguien que te confiesa con total candor, mirándote a los ojos, no haberte engañado, cuando sí lo hizo.
- ¿El engaño es la fachada de la fidelidad?
Mi idea de la fidelidad se basa en sentimientos, no en el sexo. No rompería una pareja porque el otro se va a la cama con un tercero. Pero exijo que eso se comente. Si el precio del equilibrio de la pareja es el ocultamiento y la mentira, allí no hay fidelidad, sino un paripé de afecto falso.
- ¿Es difícil superar la muerte del amado?
Nunca he vivido esta situación. La conozco por amigos o amigas que han perdido a su pareja. Es realmente difícil. Exige un tiempo de luto. Pero lo esencial es que la persona “viuda” acabe superando esa muerte, porque si no, el otro se vuelve un fantasma, un lastre que impide seguir viviendo.
- ¿Piensas que los jóvenes no dejan la ropa bien doblada?
De joven me desesperaba estar con alguien que se quitaba la ropa y la doblaba cuidadosamente, cuando el deseo era una urgencia. De allí surgió la idea del joven que tira la ropa a los pies de la cama hecha un revoltijo, frente al maduro que deja sus prendas perfectamente ordenadas en una butaca.
- ¿Espiaste de pequeño a tu primo mientras se duchaba?
Fui muy precoz en la sexualidad. Creo que mi uso de razón nació ya teniendo relaciones sexuales. Así que tanto con primos como con amigos hubo sexo desde mis 10 ó 12 años. Nunca tuve necesidad de espiarlos.
- ¿Qué piensas de aquellos como Adrián?
Soy Economista y salí de Argentina con una beca en Desarrollo Económico. Hice estudios en Nápoles, en Varsovia, en Estocolmo y en Bilbao. En Barcelona dejé la Economía, estudié Filología y me decanté por la lengua y la literatura. Los economistas de los 70 éramos algo hippies. Luego llegaron las nuevas generaciones que apostaban por hacerse ricos. No juzgo a Adrián, conozco gente de Gay in Business que son eficientes y acaudalados. Eso me sirvió para criticarlos a través del personaje de Sebastián. Mis relaciones con estos nuevos economistas son magníficas.
- ¿Las personas no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos?
No podría generalizar. Sé que no supe valorar a determinada gente hasta que la perdí. Ahora intento apreciar y querer a los que están cerca de mí, sin esperar a que desaparezcan de mi lado.
- ¿Actuarías como Sebastián, uniendo a dos personas para dormir?
Sin duda. Uniría a dos personas para dormir, para bailar o para cualquier otra cosa. En Latinoamérica es habitual poner en contacto a gente amiga, cuando uno supone que esa gente podría entenderse.
- ¿Cómo valoras la función que cumple el Messenger en la socialización de las personas homosexuales?
El Messenger es útil no sólo para los homosexuales. Conozco muchas parejas estables, gays y heteros, que se conocieron por Messenger. Es una herramienta de gran utilidad para llegar a gente desconocida, que vive en sitios lejanos. Nos sirve para conocer a gente que sufre, gente que está enferma, gente que tiene ganas de divertirse con una webcam, gente que busca el amor...
- ¿Cuándo una persona es feliz?
En vez de felicidad, me gusta hablar de bienestar. Lo importante es sentirse bien solo o con los otros. La felicidad se da en instantes, no es un estado permanente. Generalmente nos damos cuenta después de que en un momento pretérito fuimos felices. Me gusta decirme que la felicidad siempre cae lejos y tarde.
- Completa la frase: Somos dos durmientes inocentes en una cama,... Cambiaré la frase. Diría: “Somos dos muñecos de trapo que intentan consolarse uno al otro”. Leí esta frase, hace poco, en una autora sueca, Marianne Fredriksson. Creo que eso es lo hacen esos dos durmientes inocentes en la cama.
- ¿Nos podrías adelantar cuáles son tus próximos proyectos?
Escribí mucho y prescindí de editar durante 10 años. Se trata de libros que ya están acabados. Una es una novela histórica, Invocación a las tinieblas, con la vida de una joven acusada de bruja en la Barcelona del 1600. Otro es un libro de relatos basados en pinturas de Magritte. El tercero es una novela que comienza con una mujer violada, que tratará de elaborar y borrar esa violación. Hay otros proyectos que están escritos a medias. Aprovecharé el estímulo del premio Odisea, para intentar editar todas estas obras que duermen en estanterías.
- ¿Has echado en falta alguna cuestión? ¿Qué habrías respondido?
No he echado en falta nada. La entrevista es exhaustiva. Sí, quiero agradecer el interés del periodista por leer tan a fondo una novela. Para un autor consecuente, es lo mejor que puede pasarle. De este modo la entrevista nos obliga a reflexionar sobre el libro y descubrir aspectos que ni contemplamos a la hora de escribir.
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