Entrevista a José Mantero sobre Amor Inconfesable:
¿Qué amor puede ser inconfesable?
La primera acepción de “confesar” en el DRAE se refiere a la libertad de toda persona para expresar sus actos, ideas o sentimientos. Soberanamente libres somos para manifestar nuestros sentimientos, afectos, amores. En este sentido, todo amor es gozosamente confesable. Es más, cuando estás enamorado quieres correr por ahí, gritar el nombre de aquél a quien quieres, hacer muchas locuras, tatuar su nombre en cualquier sitio, incluso en tu cuerpo. Esto es confesar. Enamorarte es volver a la adolescencia espiritual. Y esto siempre se te percibe, lo vas confesando por ahí.
¿Es inconfesable un perfume? Si lo fuera, no lo pondrías en tu piel, ¿no? Pues lo mismo pasa con el amor: lo quieres lucir, que otros lo huelan en la piel de tu alma, que se te note, compartir con otros el aroma de tu felicidad. Todo amor es confesable, jubiloso como maravilloso y singular perfume.
En otro sentido, nunca el amor es lo que llaman pecado. Por lo que, desde esta óptica, no sería confesable sino inconfesable. Así, todo amor sería inconfesable al no constituir materia de pecado. ¿Es pecado el perfume? ¡No, es únicamente perfume!
¡Espero haberte liado lo suficiente!
¿La religión entiende de amor?
La religión, teóricamente, sí. Entiende de amor. Es más, el amor está en su base.
El problema son las religiones, esas concreciones estructuradas y súper ideologizadas de la religión. Esas, las religiones, no entienden ni entenderán nunca de amor, porque su fin y afán es, precisamente, sofocar toda manifestación del espíritu humano (y el amor lo es) para que triunfe la estructura sobre el individuo, para que la alienación surta sus devastadores efectos. La religión se basa en el amor, las religiones lo aplastan.
Un ejemplo relativamente cercano lo tenemos en los cristianismos, en sus diversas confesiones: el Jesús de los evangelios habla de amor, anima al amor, bendice el amor (incluso el socialmente mal considerado). Sin embargo, las iglesias cristianas (algo menos la ortodoxa) llevan siglos empeñadas en anatematizar el amor.
Esto es, en todos los sentidos, un escándalo. Recuerdo la mayor manifestación de una religión contra el amor: la de 2005 de Rouco y sus esbirros en Madrid, contra los derechos penosamente conquistados por las personas homosexuales. No, las religiones no entienden de amor, sólo de dinero y poder, pues son una inmensa maquinaria de poder y propaganda que se retroalimenta y se nutre de los miedos del personal. Y donde hay miedo es imposible que haya amor (esto lo dice la primera epístola del apóstol Juan).
¿Qué sentimientos quieres hacer llegar a los lectores con el relato?
Hacerles llegar… el perfume del amor que olieron los protagonistas, David y Miguel. Con eso me basta. Como todo perfume, el amor es eterno mientras dura. A veces, incluso después de acabarse el perfume en sí, el amor en sí, te queda su recuerdo, anclado en las honduras de tus adentros. Eso vale la pena. Amar vale la pena, ¿qué mejor convicción o sentimiento para hacer llegar?
¿Qué razón les darías a aquellos lectores que en principio no les resulta atractiva tu novela al tratar el tema de la religión?
El lector es libre y soberano, como dicen que lo es el pueblo. No obstante, en mi novela, la religión no se trata, es solamente el atrezzo en el que se representa un drama. Yo no quise escribir algo sobre religión, o religiones, sino sobre una relación amorosa que tiene el fin que tiene. Pero es un guiñol que se desarrolla en ese determinado escenario: la atmósfera católica, que constriñe y estriñe el alma. El mensaje sería doble: en la iglesia católica, el amor es imposible; a pesar de la iglesia católica, es posible el amor. Esto es siempre atractivo.
¿Qué tiene en común Miguel, el prota, con José Mantero?
Nada. O muy poco. No se trata de una autobiografía, sino del gusto de contar una historia. Y cuando uno cuenta, procura despistar, alejarse de características propias, pintar otros rasgos distintos en su personaje. Miguel, por ejemplo, nunca saldría del armario; yo, sí, una y mil veces. Miguel no saldría, porque su iglesia es sólo un inmenso armario, de puertas prácticamente blindadas. Tenemos muy poco en común, acaso tal vez a David…
¿Es difícil elegir entre el amor humano y el divino?
Me parece que todo lo que pueda ser bendecido con el nombre de amor no es nada excluyente; por tanto, no susceptible de elección. No obstante, hay un matiz: Miguel Bueno (y otros como él) no eligen entre amor humano y amor divino, sino entre amor y seguridad, estatus, cierta comodidad y consideración social. Ahí es muy posible que, como en el caso de nuestros protas, pierda siempre el amor. Pero, no, el amor no tiene apellidos, es simplemente amor, esa deliciosa reacción electroquímica que tanto nos hace sufrir y estar jubilosos.
Esto, teológicamente, es también así: quien me ve a mí, ve también a mi Padre, dice Jesús de Nazaret. No puede amar a Dios, a quien no ve, quien no ama a su hermano, a quien ve.
No se trata de elegir, se trata de amar.
¿Existe realmente el amor eterno?
¿Existe realmente la eternidad? Yo creo que no. O, al menos, no una eternidad tal como es pesada y estipulada por las religiones.
El amor es eterno mientras dura. Cuando amas, tienes esa sensación: esto es para siempre. ¡Y lo es, porque tú lo vives así… en ese momento! ¡Importa tanto el momento! Yo sacrificaría –si existieran- mil eternidades por ese momento fugaz, maravilloso, fungible. Pues claro que sí.
¿Qué propuestas le harías a la Iglesia para salir del anquilosamiento?
Seguramente, ninguna que deseen escuchar… No obstante, ellas poseen en su corpus doctrinal más que suficientes elementos para vivir y respirar libremente, sin anquilosamientos. Siempre pueden leer los evangelios con ojos limpios. Pero es difícil. Pero no imposible.
Más que a las iglesias, a los gobiernos españoles les propongo: laicismo, independencia del Estado respecto de cualquier confesión religiosa. Que sean auténticos gobernantes, sin miedo al poder eclesiástico. Sólo así podremos vivir en paz y libertades. El laicismo asegura un mínimo común ético que hace posible la convivencia social, sin comunitarismos ni particularismos religiosos, exclusivos de la esfera privada, no de la pública.
Sólo en una sociedad laica podremos ser libres. Y podrán las religiones ser libres.
La música clásica juega un papel destacado en la novela, ¿Cuál es tu pieza favorita?
Más que la música clásica, la ópera. Es más, aconsejaría leer cada capítulo con la pieza o el aria propuesta en la cabecera, que contiene la atmósfera espiritual adecuada para leer cada apartado.
Es difícil decantarme por una sóla pieza; no obstante, sí, “Una furtiva lagrima” de “L´elissir d´amore” de Donizetti. Es maravilloso afirmar que se puede morir de amor. Yo creo que también se puede vivir de amor.
¿Cómo es la estampa de un cura de misa y olla?
Mira cualquier foto del obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, aquél que ofició hace poco una misa presidida por la bandera franquista, y tendrás la más plástica estampa del cura de misa y olla.
¿Qué diferencia hay entre el clan de los que asienten con "De acuerdo" y aquellos que lo hacen con "Vale"?
Jajajaja, era cuestión de principios mega pijos en la novela (Miguel era un pijo). En realidad, no hay ninguna diferencia. Lo importante es asentir o disentir.
¿Cómo se puede vivir en absoluto silencio?
El silencio absoluto es imposible. Los más callados del mundo, que son los monjes cartujos, tampoco pueden. De hecho, hablan rezando y cantan, y tienen momentos de recreación en los que incluso ríen.
Sí es posible y deseable, en cambio, un silencio equilibrado, que sirva como líquido amniótico a una palabra preñada de sentido. En una sociedad con superávit de palabrería, para que haya palabra es necesario el silencio.
¿Las miradas delatan?
¡Siempre! Además, es delicioso y divertido que delaten. Hay, claro, quien es bueno disimulando, pero siempre cae.
¿Cómo se puede controlar la respiración (la polla) durante 11 años?
¿No has leído “El peso de la paja”? ¡Terenci Moix, genial! ¡Me encanta respirar!
¿Quiénes son los que manchan la reputación de los homosexuales en general?
Los que peor nos tratan y más nos manchan son los propios homosexuales homófobos. La homofobia internalizada es letal. Por ejemplo, nada más corrosivo e hiriente contra los gays que un Papa homosexual armarizado, cual es el caso de Ratzinger. Nadie como él ha denostado a las personas gays.
También, aquellos trepas que, una vez alcanzados sus últimos objetivos –que eran políticos y no de lucha de liberación gay- se dedican a desentenderse y continuar medrando en la corte. No hace falta dar nombres, ¿no?
Pero ¿qué es la reputación? Reputación eres tú, es uno mismo, y punto.
¿Qué es lo mejor y lo peor del amor?
Como diría Martirio: ese come-come delicioso y angustioso al mismo tiempo.
Y follar. Eso es absolutamente maravilloso, precioso, deleitoso, oso. Casi tanto como mamarla.
¿Piensas qué es posible que los gays convivan en sitios mixtos sin signos de intolerancia?
¡Pero por supuesto que sí! De hecho, yo es lo que hago a diario: convivir en sitios mixtos. Y las barreras de la intolerancia van desapareciendo cuando el personal se acostumbra a la normalización (que no heteronormatividad) del hecho gay.
En el trabajo, de bares, qué sé yo, en todos lados. Yo, por ejemplo, trabajo en una Logia masónica en la que la homofobia es motivo de veto y expulsión.
La sociedad, poco a poco, a costa de cierta cuota de sufrimiento, va aprendiendo. Y si no, seguiremos enseñándole a convivir.
Lo que no es de recibo es aquél emplazamiento pretendidamente gay, que se forra a costa de abusivos precios y más abusivas aún estupideces y que se convierte en parque temático gay, donde familias-hetero-catódicas-de-toda-la-vida llevan a sus niñitos a mostrarles qué graciosos son los gays.
¿Te gusta sestear?
Me encanta fornicar durante la siesta. Dormir es lo de menos.
¿Qué le recomendarías a aquella persona que tenga que tomar una difícil decisión?
Que la tome desde sí misma, desde lo que le dicten su razón, sus luces, sus afectos. Si lo necesita, que pida asesoramiento o consejo, pero jamás se deje conducir de manera alientante.
¿Qué significado tienen las mandragoras?
En el Cantar de los Cantares, de la Biblia, es fruta deleitosa que los amantes se ofrecen. “Perfuman las mandrágoras” es el verdadero título de mi novela. Cuando perfuman las mandrágoras, échate a temblar, échate a gozar: es el amor. Aprieta el culo y enciende la luz: esto es pa verlo.
Completa la frase: Con la luz apagó al mismo tiempo en su mente los ruidos... de su rabo, que pugnaba por enseñorearse de su alma toda.
¿Has echado en falta alguna cuestión? ¿Qué habrías respondido?
Sí, pero me da vergüenza.
Habría respondido que lo importante es el amor.
¿Qué amor puede ser inconfesable?
La primera acepción de “confesar” en el DRAE se refiere a la libertad de toda persona para expresar sus actos, ideas o sentimientos. Soberanamente libres somos para manifestar nuestros sentimientos, afectos, amores. En este sentido, todo amor es gozosamente confesable. Es más, cuando estás enamorado quieres correr por ahí, gritar el nombre de aquél a quien quieres, hacer muchas locuras, tatuar su nombre en cualquier sitio, incluso en tu cuerpo. Esto es confesar. Enamorarte es volver a la adolescencia espiritual. Y esto siempre se te percibe, lo vas confesando por ahí.
¿Es inconfesable un perfume? Si lo fuera, no lo pondrías en tu piel, ¿no? Pues lo mismo pasa con el amor: lo quieres lucir, que otros lo huelan en la piel de tu alma, que se te note, compartir con otros el aroma de tu felicidad. Todo amor es confesable, jubiloso como maravilloso y singular perfume.
En otro sentido, nunca el amor es lo que llaman pecado. Por lo que, desde esta óptica, no sería confesable sino inconfesable. Así, todo amor sería inconfesable al no constituir materia de pecado. ¿Es pecado el perfume? ¡No, es únicamente perfume!
¡Espero haberte liado lo suficiente!
¿La religión entiende de amor?
La religión, teóricamente, sí. Entiende de amor. Es más, el amor está en su base.
El problema son las religiones, esas concreciones estructuradas y súper ideologizadas de la religión. Esas, las religiones, no entienden ni entenderán nunca de amor, porque su fin y afán es, precisamente, sofocar toda manifestación del espíritu humano (y el amor lo es) para que triunfe la estructura sobre el individuo, para que la alienación surta sus devastadores efectos. La religión se basa en el amor, las religiones lo aplastan.
Un ejemplo relativamente cercano lo tenemos en los cristianismos, en sus diversas confesiones: el Jesús de los evangelios habla de amor, anima al amor, bendice el amor (incluso el socialmente mal considerado). Sin embargo, las iglesias cristianas (algo menos la ortodoxa) llevan siglos empeñadas en anatematizar el amor.
Esto es, en todos los sentidos, un escándalo. Recuerdo la mayor manifestación de una religión contra el amor: la de 2005 de Rouco y sus esbirros en Madrid, contra los derechos penosamente conquistados por las personas homosexuales. No, las religiones no entienden de amor, sólo de dinero y poder, pues son una inmensa maquinaria de poder y propaganda que se retroalimenta y se nutre de los miedos del personal. Y donde hay miedo es imposible que haya amor (esto lo dice la primera epístola del apóstol Juan).
¿Qué sentimientos quieres hacer llegar a los lectores con el relato?
Hacerles llegar… el perfume del amor que olieron los protagonistas, David y Miguel. Con eso me basta. Como todo perfume, el amor es eterno mientras dura. A veces, incluso después de acabarse el perfume en sí, el amor en sí, te queda su recuerdo, anclado en las honduras de tus adentros. Eso vale la pena. Amar vale la pena, ¿qué mejor convicción o sentimiento para hacer llegar?
¿Qué razón les darías a aquellos lectores que en principio no les resulta atractiva tu novela al tratar el tema de la religión?
El lector es libre y soberano, como dicen que lo es el pueblo. No obstante, en mi novela, la religión no se trata, es solamente el atrezzo en el que se representa un drama. Yo no quise escribir algo sobre religión, o religiones, sino sobre una relación amorosa que tiene el fin que tiene. Pero es un guiñol que se desarrolla en ese determinado escenario: la atmósfera católica, que constriñe y estriñe el alma. El mensaje sería doble: en la iglesia católica, el amor es imposible; a pesar de la iglesia católica, es posible el amor. Esto es siempre atractivo.
¿Qué tiene en común Miguel, el prota, con José Mantero?
Nada. O muy poco. No se trata de una autobiografía, sino del gusto de contar una historia. Y cuando uno cuenta, procura despistar, alejarse de características propias, pintar otros rasgos distintos en su personaje. Miguel, por ejemplo, nunca saldría del armario; yo, sí, una y mil veces. Miguel no saldría, porque su iglesia es sólo un inmenso armario, de puertas prácticamente blindadas. Tenemos muy poco en común, acaso tal vez a David…
¿Es difícil elegir entre el amor humano y el divino?
Me parece que todo lo que pueda ser bendecido con el nombre de amor no es nada excluyente; por tanto, no susceptible de elección. No obstante, hay un matiz: Miguel Bueno (y otros como él) no eligen entre amor humano y amor divino, sino entre amor y seguridad, estatus, cierta comodidad y consideración social. Ahí es muy posible que, como en el caso de nuestros protas, pierda siempre el amor. Pero, no, el amor no tiene apellidos, es simplemente amor, esa deliciosa reacción electroquímica que tanto nos hace sufrir y estar jubilosos.
Esto, teológicamente, es también así: quien me ve a mí, ve también a mi Padre, dice Jesús de Nazaret. No puede amar a Dios, a quien no ve, quien no ama a su hermano, a quien ve.
No se trata de elegir, se trata de amar.
¿Existe realmente el amor eterno?
¿Existe realmente la eternidad? Yo creo que no. O, al menos, no una eternidad tal como es pesada y estipulada por las religiones.
El amor es eterno mientras dura. Cuando amas, tienes esa sensación: esto es para siempre. ¡Y lo es, porque tú lo vives así… en ese momento! ¡Importa tanto el momento! Yo sacrificaría –si existieran- mil eternidades por ese momento fugaz, maravilloso, fungible. Pues claro que sí.
¿Qué propuestas le harías a la Iglesia para salir del anquilosamiento?
Seguramente, ninguna que deseen escuchar… No obstante, ellas poseen en su corpus doctrinal más que suficientes elementos para vivir y respirar libremente, sin anquilosamientos. Siempre pueden leer los evangelios con ojos limpios. Pero es difícil. Pero no imposible.
Más que a las iglesias, a los gobiernos españoles les propongo: laicismo, independencia del Estado respecto de cualquier confesión religiosa. Que sean auténticos gobernantes, sin miedo al poder eclesiástico. Sólo así podremos vivir en paz y libertades. El laicismo asegura un mínimo común ético que hace posible la convivencia social, sin comunitarismos ni particularismos religiosos, exclusivos de la esfera privada, no de la pública.
Sólo en una sociedad laica podremos ser libres. Y podrán las religiones ser libres.
La música clásica juega un papel destacado en la novela, ¿Cuál es tu pieza favorita?
Más que la música clásica, la ópera. Es más, aconsejaría leer cada capítulo con la pieza o el aria propuesta en la cabecera, que contiene la atmósfera espiritual adecuada para leer cada apartado.
Es difícil decantarme por una sóla pieza; no obstante, sí, “Una furtiva lagrima” de “L´elissir d´amore” de Donizetti. Es maravilloso afirmar que se puede morir de amor. Yo creo que también se puede vivir de amor.
¿Cómo es la estampa de un cura de misa y olla?
Mira cualquier foto del obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, aquél que ofició hace poco una misa presidida por la bandera franquista, y tendrás la más plástica estampa del cura de misa y olla.
¿Qué diferencia hay entre el clan de los que asienten con "De acuerdo" y aquellos que lo hacen con "Vale"?
Jajajaja, era cuestión de principios mega pijos en la novela (Miguel era un pijo). En realidad, no hay ninguna diferencia. Lo importante es asentir o disentir.
¿Cómo se puede vivir en absoluto silencio?
El silencio absoluto es imposible. Los más callados del mundo, que son los monjes cartujos, tampoco pueden. De hecho, hablan rezando y cantan, y tienen momentos de recreación en los que incluso ríen.
Sí es posible y deseable, en cambio, un silencio equilibrado, que sirva como líquido amniótico a una palabra preñada de sentido. En una sociedad con superávit de palabrería, para que haya palabra es necesario el silencio.
¿Las miradas delatan?
¡Siempre! Además, es delicioso y divertido que delaten. Hay, claro, quien es bueno disimulando, pero siempre cae.
¿Cómo se puede controlar la respiración (la polla) durante 11 años?
¿No has leído “El peso de la paja”? ¡Terenci Moix, genial! ¡Me encanta respirar!
¿Quiénes son los que manchan la reputación de los homosexuales en general?
Los que peor nos tratan y más nos manchan son los propios homosexuales homófobos. La homofobia internalizada es letal. Por ejemplo, nada más corrosivo e hiriente contra los gays que un Papa homosexual armarizado, cual es el caso de Ratzinger. Nadie como él ha denostado a las personas gays.
También, aquellos trepas que, una vez alcanzados sus últimos objetivos –que eran políticos y no de lucha de liberación gay- se dedican a desentenderse y continuar medrando en la corte. No hace falta dar nombres, ¿no?
Pero ¿qué es la reputación? Reputación eres tú, es uno mismo, y punto.
¿Qué es lo mejor y lo peor del amor?
Como diría Martirio: ese come-come delicioso y angustioso al mismo tiempo.
Y follar. Eso es absolutamente maravilloso, precioso, deleitoso, oso. Casi tanto como mamarla.
¿Piensas qué es posible que los gays convivan en sitios mixtos sin signos de intolerancia?
¡Pero por supuesto que sí! De hecho, yo es lo que hago a diario: convivir en sitios mixtos. Y las barreras de la intolerancia van desapareciendo cuando el personal se acostumbra a la normalización (que no heteronormatividad) del hecho gay.
En el trabajo, de bares, qué sé yo, en todos lados. Yo, por ejemplo, trabajo en una Logia masónica en la que la homofobia es motivo de veto y expulsión.
La sociedad, poco a poco, a costa de cierta cuota de sufrimiento, va aprendiendo. Y si no, seguiremos enseñándole a convivir.
Lo que no es de recibo es aquél emplazamiento pretendidamente gay, que se forra a costa de abusivos precios y más abusivas aún estupideces y que se convierte en parque temático gay, donde familias-hetero-catódicas-de-toda-la-vida llevan a sus niñitos a mostrarles qué graciosos son los gays.
¿Te gusta sestear?
Me encanta fornicar durante la siesta. Dormir es lo de menos.
¿Qué le recomendarías a aquella persona que tenga que tomar una difícil decisión?
Que la tome desde sí misma, desde lo que le dicten su razón, sus luces, sus afectos. Si lo necesita, que pida asesoramiento o consejo, pero jamás se deje conducir de manera alientante.
¿Qué significado tienen las mandragoras?
En el Cantar de los Cantares, de la Biblia, es fruta deleitosa que los amantes se ofrecen. “Perfuman las mandrágoras” es el verdadero título de mi novela. Cuando perfuman las mandrágoras, échate a temblar, échate a gozar: es el amor. Aprieta el culo y enciende la luz: esto es pa verlo.
Completa la frase: Con la luz apagó al mismo tiempo en su mente los ruidos... de su rabo, que pugnaba por enseñorearse de su alma toda.
¿Has echado en falta alguna cuestión? ¿Qué habrías respondido?
Sí, pero me da vergüenza.
Habría respondido que lo importante es el amor.
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