Entrevista sobre Todas las maldiciones del mundo:
- ¿A qué te refieres con "Todas las maldiciones del mundo"?
El título se refiere a que, en el fondo, todas las maldiciones del mundo son la misma... todo el mundo tiene sus propios demonios personales, sus propios infiernos, pero en realidad todos son el mismo con distintas caras. En la novela aparecen una serie de personajes que quieren superar su pasado, sus problemas, o aquello que nunca han conseguido... y si lo piensas, todos ellos se enfrentan a un tipo u otro de frustración. A eso me refiero con todas las maldiciones del mundo.
- ¿Cómo te protegerías de "Todas las maldiciones del mundo"?
Más que protegerte de ellas, yo hablaría de saberlas superar. Cuando di título a la novela, quería reflejar que, al final, todas las maldiciones del mundo vienen a ser la misma, es decir, que todos los sufrimientos acaban siendo el mismo. Se suele decir que mal de muchos, consuelo de tontos… pero yo creo que, probablemente, ayude un poco saber que todos pasamos por experiencias similares.
- ¿Qué se encontrará el lector en tu nueva novela?
Un puzle. O por lo menos, un caleidoscopio. Aunque Gabriel es el protagonista inequívoco de la novela, yo lo veo realmente como un observador. Por delante de él pasan toda una galería de personajes, cada uno con sus propias vivencias y sus propios demonios interiores, y al final Gabriel es sólo uno más entre otros. Quiero pensar que “Todas las maldiciones del mundo” es una de esas novelas que se enriquece con sucesivas lecturas, pues aquello que el lector llega a conocer en las últimas páginas arroja una nueva luz a lo leído antes y, quizás un pasaje o una simple frase que en una primera lectura no te decía gran cosa, en una segunda lectura destila una ironía o una amargura que sólo se entienden sabiendo lo que hay realmente debajo de la historia que cuento.
- ¿Qué rasgos guarda en común con El tercer deseo?
Seguramente, muy pocos. “El tercer deseo” era una novela con algunos recursos a veces casi post-modernos, una prosa sin duda más recargada, con muchas imágenes, y cierta fragmentación en la narrativa. “Todas las maldiciones del mundo” es una narración tal vez más lineal, de prosa más sencilla y directa… pero, curiosamente, se trata también de una historia bastante más compleja y resbaladiza, así que supongo que una cosa se compensa con la otra. Además, tengo la impresión de que el lector encontrará más fácil poner etiquetas a “El tercer deseo” que a “Todas las maldiciones del mundo”. En “El tercer deseo” había muchas metáforas dispersas: en “Todas las maldiciones del mundo”, la propia novela es una gran metáfora en sí misma. Aunque supongo que, en el fondo, y cada una a su manera, las dos hablan del amor.
- ¿Piensas que mucha gente padece la soledad?
Desgraciadamente, sí. Claro que hay muchos tipos de soledad. No es lo mismo quedarse solo sin desearlo que la soledad compartida (es decir, dos personas juntas, pero en realidad tan solas como por separado) o la soledad deseada (que esa no se padece, se disfruta).
- ¿Sería mejor una vida sin remordimientos ni malos recuerdos?
Depende. Si entendemos que los errores son lo que nos hace evolucionar como personas, debería decir que no. Pero hay gente que no aprende ni cometiendo veinte veces el mismo error, así que no sabría decirte…
- ¿Cómo se pierde todo?
Tener miedo a perderlo es una buena forma de perderlo.
- ¿Cuál es tu recuerdo del Sur?
En la novela, el Sur es en cierto modo un engaño, una trampa… así que espero no tener nunca un recuerdo del Sur.
- Si pudieras volver a un punto del pasado, ¿a cuál sería?
Algunas tardes de mi infancia fueron particularmente felices. Cuando uno crece, es difícil vivir momentos de felicidad completa, sin aristas. Supongo que, con la edad, uno va perdiendo esa inocencia que hace de la felicidad algo perfecto.
- ¿Te has encontrado alguna vez con el Hombre de las Gafas Ahumadas?
Cada vez que he encontrado una solución pasajera y torpe a los problemas, podría decirse que me he topado con él. El Hombre de las Gafas Ahumadas es quien te levanta la alfombra para que escondas la suciedad debajo.
- ¿Preferirías deshacerte de tus recuerdos o vivir dentro de ellos?
Hoy por hoy, mis recuerdos no son ningún estorbo, pero tampoco un buen lugar para vivir. Cuando estás satisfecho con tu vida, los recuerdos sólo son un bonito objeto decorativo. El problema es cuando son mejores tus recuerdos que tu vida real.
- ¿Qué hace uno cuando llega al último peldaño?
Gabriel dice que intentar no resbalar. Pero lo deseable es abrir la puerta que accede a la siguiente habitación, ¿no?
- ¿Y tú por qué matarías?
Aquí estoy de acuerdo con Gabriel: hay tantas personas solas por el mundo que una menos sí que importa.
- ¿Piensas que la gente no es mala, sino imbécil?
Tengo que decir que, a veces, sí.
- ¿Qué pastilla te tomarías: la blanca para inventar recuerdos o la negra para borrarlos?
En ambos casos me parecería un poco triste por mi parte. Creo que ni una ni otra.
- ¿Cuál es la cosa más desquiciada que has hecho en tu vida?
En el plano real, me reservo la respuesta. Pero hace poco estaba revisando lo último que he escrito, una colección de relatos de terror góticos, y releyendo me dije a mí mismo: “Madre mía, ¿de dónde has sacado esas cosas tan sórdidas?”
- ¿Elegirías un largo viaje o un camino con atajos?
El que sea que me lleve donde quiera ir yo realmente.
- ¿Qué significado tiene para ti la calima?
La calima es lo que no te deja ver las cosas con claridad. Si el Hombre de las Gafas Ahumadas era quien te levantaba la alfombra para esconder los problemas debajo, podríamos decir que la calima es esa alfombra.
- ¿Qué les aconsejarías a aquellas personas que buscan el amor?
Que no busquen con excesivo empeño. Es un cliché, pero hay cosas que de verdad no aparecen hasta que dejas de buscarlas desesperadamente.
- ¿Qué nos recomiendas para lidiar con nuestros miedos y temores?
Esa es una pregunta que me hago yo a diario, la verdad. Si alguien me la sabe responder…
- ¿Qué puede llevar a una persona a emprender un viaje al olvido?
Posiblemente, no ser dueño sino esclavo de sus propios recuerdos, que es lo que le ocurre a Gabriel al principio.
- ¿Qué buscas en la vida?
Lo que todo el mundo con dos dedos de frente, imagino: ser feliz y hacer con ella algo que valga la pena.
- Continúa la frase: Aún estoy enfermo de ti... pero ya he empezado a tomarme los antibióticos, ricura.
- ¿Nos podrías adelantar algo de tus próximos proyectos?
Como comentaba antes, tengo acabada una colección de relatos de terror góticos inspirados en cuentos de hadas, que yo creo se desmarcan por completo de cualquiera de mis dos libros. Y ahora estoy metido en la tercera novela, pero la verdad es que la cosa va despacio.
- ¿A qué te refieres con "Todas las maldiciones del mundo"?
El título se refiere a que, en el fondo, todas las maldiciones del mundo son la misma... todo el mundo tiene sus propios demonios personales, sus propios infiernos, pero en realidad todos son el mismo con distintas caras. En la novela aparecen una serie de personajes que quieren superar su pasado, sus problemas, o aquello que nunca han conseguido... y si lo piensas, todos ellos se enfrentan a un tipo u otro de frustración. A eso me refiero con todas las maldiciones del mundo.
- ¿Cómo te protegerías de "Todas las maldiciones del mundo"?
Más que protegerte de ellas, yo hablaría de saberlas superar. Cuando di título a la novela, quería reflejar que, al final, todas las maldiciones del mundo vienen a ser la misma, es decir, que todos los sufrimientos acaban siendo el mismo. Se suele decir que mal de muchos, consuelo de tontos… pero yo creo que, probablemente, ayude un poco saber que todos pasamos por experiencias similares.
- ¿Qué se encontrará el lector en tu nueva novela?
Un puzle. O por lo menos, un caleidoscopio. Aunque Gabriel es el protagonista inequívoco de la novela, yo lo veo realmente como un observador. Por delante de él pasan toda una galería de personajes, cada uno con sus propias vivencias y sus propios demonios interiores, y al final Gabriel es sólo uno más entre otros. Quiero pensar que “Todas las maldiciones del mundo” es una de esas novelas que se enriquece con sucesivas lecturas, pues aquello que el lector llega a conocer en las últimas páginas arroja una nueva luz a lo leído antes y, quizás un pasaje o una simple frase que en una primera lectura no te decía gran cosa, en una segunda lectura destila una ironía o una amargura que sólo se entienden sabiendo lo que hay realmente debajo de la historia que cuento.
- ¿Qué rasgos guarda en común con El tercer deseo?
Seguramente, muy pocos. “El tercer deseo” era una novela con algunos recursos a veces casi post-modernos, una prosa sin duda más recargada, con muchas imágenes, y cierta fragmentación en la narrativa. “Todas las maldiciones del mundo” es una narración tal vez más lineal, de prosa más sencilla y directa… pero, curiosamente, se trata también de una historia bastante más compleja y resbaladiza, así que supongo que una cosa se compensa con la otra. Además, tengo la impresión de que el lector encontrará más fácil poner etiquetas a “El tercer deseo” que a “Todas las maldiciones del mundo”. En “El tercer deseo” había muchas metáforas dispersas: en “Todas las maldiciones del mundo”, la propia novela es una gran metáfora en sí misma. Aunque supongo que, en el fondo, y cada una a su manera, las dos hablan del amor.
- ¿Piensas que mucha gente padece la soledad?
Desgraciadamente, sí. Claro que hay muchos tipos de soledad. No es lo mismo quedarse solo sin desearlo que la soledad compartida (es decir, dos personas juntas, pero en realidad tan solas como por separado) o la soledad deseada (que esa no se padece, se disfruta).
- ¿Sería mejor una vida sin remordimientos ni malos recuerdos?
Depende. Si entendemos que los errores son lo que nos hace evolucionar como personas, debería decir que no. Pero hay gente que no aprende ni cometiendo veinte veces el mismo error, así que no sabría decirte…
- ¿Cómo se pierde todo?
Tener miedo a perderlo es una buena forma de perderlo.
- ¿Cuál es tu recuerdo del Sur?
En la novela, el Sur es en cierto modo un engaño, una trampa… así que espero no tener nunca un recuerdo del Sur.
- Si pudieras volver a un punto del pasado, ¿a cuál sería?
Algunas tardes de mi infancia fueron particularmente felices. Cuando uno crece, es difícil vivir momentos de felicidad completa, sin aristas. Supongo que, con la edad, uno va perdiendo esa inocencia que hace de la felicidad algo perfecto.
- ¿Te has encontrado alguna vez con el Hombre de las Gafas Ahumadas?
Cada vez que he encontrado una solución pasajera y torpe a los problemas, podría decirse que me he topado con él. El Hombre de las Gafas Ahumadas es quien te levanta la alfombra para que escondas la suciedad debajo.
- ¿Preferirías deshacerte de tus recuerdos o vivir dentro de ellos?
Hoy por hoy, mis recuerdos no son ningún estorbo, pero tampoco un buen lugar para vivir. Cuando estás satisfecho con tu vida, los recuerdos sólo son un bonito objeto decorativo. El problema es cuando son mejores tus recuerdos que tu vida real.
- ¿Qué hace uno cuando llega al último peldaño?
Gabriel dice que intentar no resbalar. Pero lo deseable es abrir la puerta que accede a la siguiente habitación, ¿no?
- ¿Y tú por qué matarías?
Aquí estoy de acuerdo con Gabriel: hay tantas personas solas por el mundo que una menos sí que importa.
- ¿Piensas que la gente no es mala, sino imbécil?
Tengo que decir que, a veces, sí.
- ¿Qué pastilla te tomarías: la blanca para inventar recuerdos o la negra para borrarlos?
En ambos casos me parecería un poco triste por mi parte. Creo que ni una ni otra.
- ¿Cuál es la cosa más desquiciada que has hecho en tu vida?
En el plano real, me reservo la respuesta. Pero hace poco estaba revisando lo último que he escrito, una colección de relatos de terror góticos, y releyendo me dije a mí mismo: “Madre mía, ¿de dónde has sacado esas cosas tan sórdidas?”
- ¿Elegirías un largo viaje o un camino con atajos?
El que sea que me lleve donde quiera ir yo realmente.
- ¿Qué significado tiene para ti la calima?
La calima es lo que no te deja ver las cosas con claridad. Si el Hombre de las Gafas Ahumadas era quien te levantaba la alfombra para esconder los problemas debajo, podríamos decir que la calima es esa alfombra.
- ¿Qué les aconsejarías a aquellas personas que buscan el amor?
Que no busquen con excesivo empeño. Es un cliché, pero hay cosas que de verdad no aparecen hasta que dejas de buscarlas desesperadamente.
- ¿Qué nos recomiendas para lidiar con nuestros miedos y temores?
Esa es una pregunta que me hago yo a diario, la verdad. Si alguien me la sabe responder…
- ¿Qué puede llevar a una persona a emprender un viaje al olvido?
Posiblemente, no ser dueño sino esclavo de sus propios recuerdos, que es lo que le ocurre a Gabriel al principio.
- ¿Qué buscas en la vida?
Lo que todo el mundo con dos dedos de frente, imagino: ser feliz y hacer con ella algo que valga la pena.
- Continúa la frase: Aún estoy enfermo de ti... pero ya he empezado a tomarme los antibióticos, ricura.
- ¿Nos podrías adelantar algo de tus próximos proyectos?
Como comentaba antes, tengo acabada una colección de relatos de terror góticos inspirados en cuentos de hadas, que yo creo se desmarcan por completo de cualquiera de mis dos libros. Y ahora estoy metido en la tercera novela, pero la verdad es que la cosa va despacio.
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