January Jones (Continuación)
Ildi complacido con la boca abierta hasta el suelo: su chico con el pecho al aire medio sudado, con un par de cervezas en la mano para las visitas (dejando de lado su puñetero cuento inacabado que le trae por la calle de la amargura) y en la otra un cigarrillo complaciendo a sus proyectos de amigos que podían abrirle las puertas de su círculo social. Un novio ideal.
- Esta es una historia de mierda – digo en voz baja pensando en mi cuento inacabado con el que he dado el coñazo todo el día y que ahora se ha ido al garete gracias a estos dos.
Desvío la vista a la televisión, mientras los buitres se pierden en mi entrepierna chandalera, y me fijo en un actor porno que ha escrito un libro y que seguramente se estará forrando en dinero y yo, rompiéndome los huevos con este cuento de mierda, aguantando y postergándome por estar con este señorito andaluz defensor de las apariencias e ignorando a estas dos mariconas viejas y pijas que no hacen más que soltarme sus frases envenenadas convencidos de que no me entero de nada sólo porque soy extranjero en su país.
- La semana pasada estuvimos en Morocco – dicen a la vez - ¡Nos encanta Morocco!
Ellos dicen Morocco cuando quieren decir Marruecos. Tienen esa puta manía de nombrar los países como se dicen en inglés, aunque a veces cometan errores de pronunciación típicos de la gente de Andalucía.
- ¿Os bajasteis al moro o bajasteis a hacer turismo sexual con los moritos?
“Bajarse al moro” es viajar Marruecos a pillar hachís a precios más bajos entre los más desfavorecidos. Costumbre muy extendida y generalizada entre los pijos adinerados, amanerados culturetas y niñatos calorillos de los que jamás despegan el culo de su motocicleta.
¡Cagoenlamar! He soltado esa perla sin pensar mientras me comía el coco intentando arreglar el último párrafo de mi cuento (que habla de algo parecido a dos viborillas trepadoras que buscan el ascenso social en una empresa del tres al cuatro)
Ildi me mira con cara de haberse tragado la aceituna del cóctel (el mismo que tardó diez minutos en preparar) y me da la espalda avergonzado.
- ¡Santa María madre de Dios! – exclaman los dos cómo si el Apocalipsis de San Juan se les metiera por el culo - ¡Eres un pequeño deslenguado! ¡Ya te lo decíamos, Ilde, que esta monada de indiecito sacaría las garras! ¡Pronto bajará su familia de los árboles y vendrán a meterse aquí a “tu” casa!
- ¿Conoces las Seychelles, querido? – me pregunta uno convencido de que soy un ignorante que no sabe pelar ni una patata cruda.
No hace falta decir que han notado que me estorban y que no me caen nada bien.
- ¡Amamos las Islas Seychelles! – dice el otro sin dejarme tiempo a responder para que me muestre envidioso como haría cualquiera de sus amigos normales - ¡Vamos a visitarlas la próxima semana por primera vez en un vuelo privado de nuestro gran amigo Ginés! (el mismo amigo que intentaron presentarme y que es incapaz de mantener una relación con nadie y del cual se ríen en su cara cada vez que organizan una fiesta con pareja)
- Es extraño que digáis que “amáis” un lugar si jamás habéis estado allí ¿Cómo le llaman a eso? ¿Hablar sin propiedad?
Enmudecen. Ildi está rojo de rabia mirando por la ventana preguntándose de qué manga se sacó un novio tan idiota. ¡Al trasto los meses que ha camelado a estos dos para que le aceptasen en su microscópico círculo social!
- Ya sabía yo que si te atizábamos un poco sacarías las garritas – dice uno.
- ¿Lo ves Ildi? – dice el otro – Ya sabes todo lo que debes de saber de este indiecito que tienes por novio. Llámanos cuando te hayas deshecho de él.
Ildi me mira avergonzado con esa carita de reprobación como diciendo pobre-novio-mío-sin-clase. Ya sé lo que viene después: Él se pondrá de parte de sus invitados y a mí me ignorará toda la noche como si tuviera lepra.
Pero no. A mi nadie viene a joderme porque sí. Soy un chico que habla poco, que demuestra pocas veces lo que siente pero cuando tiene que hablar no doy opción a defenderse. Hablar o morir deslenguado.
Me planto frente a la parejita que saborea su cóctel. Ellos insisten.
- Si tuvieras pasaporte o fueras legal te podrías venir con nosotros a las Seychelles ahora que Ildi seguro no quiere saber de ti una temporada.
- Agradezco la invitación, chicos, pero yo nací en las Seychelles ¡Ah! Y por cierto, mi nombre no es “indiecito”, me llamo January Jones, y también hablo fusja – ese idioma que intentáis hablar dándole de patadas y que por el contrario yo hablo a la perfección.
Ildi y las urracas están ensimismadas. Me desagrada mucho cuando la gente te pide de este modo que te presentes, pero es el único modo que hay de tratarles. La ignorancia sólo se combate con petulancia (cosa muy a mi pesar pero no tengo más remedio)
Ya conozco todo de Ilde y él no conoce nada de mí (hasta ahora)
Me llamo January Jones ¿Y sabéis lo que pienso? Que ya es tiempo de dejar a Ildi...
- Esta es una historia de mierda – digo en voz baja pensando en mi cuento inacabado con el que he dado el coñazo todo el día y que ahora se ha ido al garete gracias a estos dos.
Desvío la vista a la televisión, mientras los buitres se pierden en mi entrepierna chandalera, y me fijo en un actor porno que ha escrito un libro y que seguramente se estará forrando en dinero y yo, rompiéndome los huevos con este cuento de mierda, aguantando y postergándome por estar con este señorito andaluz defensor de las apariencias e ignorando a estas dos mariconas viejas y pijas que no hacen más que soltarme sus frases envenenadas convencidos de que no me entero de nada sólo porque soy extranjero en su país.
- La semana pasada estuvimos en Morocco – dicen a la vez - ¡Nos encanta Morocco!
Ellos dicen Morocco cuando quieren decir Marruecos. Tienen esa puta manía de nombrar los países como se dicen en inglés, aunque a veces cometan errores de pronunciación típicos de la gente de Andalucía.
- ¿Os bajasteis al moro o bajasteis a hacer turismo sexual con los moritos?
“Bajarse al moro” es viajar Marruecos a pillar hachís a precios más bajos entre los más desfavorecidos. Costumbre muy extendida y generalizada entre los pijos adinerados, amanerados culturetas y niñatos calorillos de los que jamás despegan el culo de su motocicleta.
¡Cagoenlamar! He soltado esa perla sin pensar mientras me comía el coco intentando arreglar el último párrafo de mi cuento (que habla de algo parecido a dos viborillas trepadoras que buscan el ascenso social en una empresa del tres al cuatro)
Ildi me mira con cara de haberse tragado la aceituna del cóctel (el mismo que tardó diez minutos en preparar) y me da la espalda avergonzado.
- ¡Santa María madre de Dios! – exclaman los dos cómo si el Apocalipsis de San Juan se les metiera por el culo - ¡Eres un pequeño deslenguado! ¡Ya te lo decíamos, Ilde, que esta monada de indiecito sacaría las garras! ¡Pronto bajará su familia de los árboles y vendrán a meterse aquí a “tu” casa!
- ¿Conoces las Seychelles, querido? – me pregunta uno convencido de que soy un ignorante que no sabe pelar ni una patata cruda.
No hace falta decir que han notado que me estorban y que no me caen nada bien.
- ¡Amamos las Islas Seychelles! – dice el otro sin dejarme tiempo a responder para que me muestre envidioso como haría cualquiera de sus amigos normales - ¡Vamos a visitarlas la próxima semana por primera vez en un vuelo privado de nuestro gran amigo Ginés! (el mismo amigo que intentaron presentarme y que es incapaz de mantener una relación con nadie y del cual se ríen en su cara cada vez que organizan una fiesta con pareja)
- Es extraño que digáis que “amáis” un lugar si jamás habéis estado allí ¿Cómo le llaman a eso? ¿Hablar sin propiedad?
Enmudecen. Ildi está rojo de rabia mirando por la ventana preguntándose de qué manga se sacó un novio tan idiota. ¡Al trasto los meses que ha camelado a estos dos para que le aceptasen en su microscópico círculo social!
- Ya sabía yo que si te atizábamos un poco sacarías las garritas – dice uno.
- ¿Lo ves Ildi? – dice el otro – Ya sabes todo lo que debes de saber de este indiecito que tienes por novio. Llámanos cuando te hayas deshecho de él.
Ildi me mira avergonzado con esa carita de reprobación como diciendo pobre-novio-mío-sin-clase. Ya sé lo que viene después: Él se pondrá de parte de sus invitados y a mí me ignorará toda la noche como si tuviera lepra.
Pero no. A mi nadie viene a joderme porque sí. Soy un chico que habla poco, que demuestra pocas veces lo que siente pero cuando tiene que hablar no doy opción a defenderse. Hablar o morir deslenguado.
Me planto frente a la parejita que saborea su cóctel. Ellos insisten.
- Si tuvieras pasaporte o fueras legal te podrías venir con nosotros a las Seychelles ahora que Ildi seguro no quiere saber de ti una temporada.
- Agradezco la invitación, chicos, pero yo nací en las Seychelles ¡Ah! Y por cierto, mi nombre no es “indiecito”, me llamo January Jones, y también hablo fusja – ese idioma que intentáis hablar dándole de patadas y que por el contrario yo hablo a la perfección.
Ildi y las urracas están ensimismadas. Me desagrada mucho cuando la gente te pide de este modo que te presentes, pero es el único modo que hay de tratarles. La ignorancia sólo se combate con petulancia (cosa muy a mi pesar pero no tengo más remedio)
Ya conozco todo de Ilde y él no conoce nada de mí (hasta ahora)
Me llamo January Jones ¿Y sabéis lo que pienso? Que ya es tiempo de dejar a Ildi...
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