Entrevista a Madol Farrés sobre Esa hora tan quieta:
- ¿Qué puede suceder en Esa hora tan quieta?
Puede suceder que el lector se conmueva, goce, sufra, llore desesperadamente y se ría a carcajadas. Porqué así es la vida, una fuente repleta de alimentos: unos saben a dulce y otros a hiel.
- ¿Cómo te surgió la idea de escribir esta historia de valientes?
Tengo que remontarme a muchos años atrás, a finales de los 60, cuando mi padre compró el edificio de Sant Llorenç, un castillo-monasterio en avanzado estado de ruina. Un día, ya de mayor, mi padre me mostró el listado de los priores, des del siglo XI al XVI, haciéndome notar que uno de ellos huyó sin dejar rastro. Entonces empecé a darle vueltas, imaginando qué pudo haber ocurrido. Comencé a leer sobre la historia de Sant Llorenç, en libros ya publicados.
Pero, conforme iba creando la novela, resultó que la huída del prior pasó a segundo término. Los protagonistas fueron otros, dos frailes que se profesaron un auténtico y profundo sentimiento de amor y complicidad, mucho más allá de un simple deseo humano.
- ¿Para su redacción se palpa un gran trabajo de documentación?
Fueron más de siete años investigando e informándome. Toda la documentación acerca de la historia del monasterio se guarda en el Archivo episcopal de Vic y el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona. A parte de esto, consulté y leí más de ochenta libros, sobre todo de medicina del siglo XIV. A decir verdad, “Esa hora tan quieta” acabó por obsesionarme.
- ¿En qué momento te encuentras como narradora?
Estoy otra vez con los personajes de esta misma novela, escribiendo la “pre-cuela”, es decir, la historia cronológicamente anterior: desde que los dos protagonistas son pequeños hasta que se conocen.
- ¿Qué sentimientos quieres provocar en el lector?
Quiero provocarle un zarandeo interior, sacudirle de tal forma que no lo olvide jamás. ¿A que suena un poco agresivo?
- ¿Con qué personajes mantienes algún rasgo en común?
Antes te hubiera respondido que con ninguno. ¡Ingenua de mí! Ahora digo que con todos. Cuando escribes te despedazas y repartes los pedacitos entre los personajes. A unos les tocan más que a otros. Y luego está aquello tan doloroso de darse cuenta que has creado personajes que son lo que tú nunca podrás ser.
- ¿El pasado siempre persigue a las personas?
El pasado nos ha dado forma, pero ahí debe estar justamente, en el pasado, quietecito, para siempre. A mis protagonistas les pesa su “ayer” hasta que lo aceptan.
- ¿Qué obtiene Galzeran al renunciar como médico de sus ganancias y vanagloria?
Él mismo se da cuenta de que su retiro en el monasterio le da la oportunidad de estudiar e investigar más de lo que el ajetreo mundano le hubiera permitido. Esa es una recompensa para su mente científica. Pero, si sospecharlo al principio, su renuncia al mundo significará otra cosa mucho más importante: conocer el inefable sentimiento del amor absoluto.
- ¿Cuál es el atributo que destacarías de Berenguer?
Su inmensa calidad humana.
- ¿Es un defecto pecar de orgulloso?
Más que defecto diría que es un problema. ¡Un problema para uno mismo!
- ¿Es doloroso no poder consumar el amor con la persona amada?
Debe ser una de las peores torturas para el ser humano.
- ¿Qué papel juega El Cantar de los Cantares?
Esto no me lo había planteado, pero gracias a esta pregunta me doy cuenta de que El cantar de los cantares seria parte de la banda sonora de Esa hora tan quieta. El resto de temas musicales serían extraídos de Carmina Burana.
- ¿Cuál es el remedio para el mal de amor?
No lo hay. Pero de haberlo habido, estoy segura que Galzeran y Berenguer no lo hubieran tomado. Hubieran preferido seguir sintiendo el dolor lacerante del enamoramiento.
- ¿Cuál es la escena que más te emocionó al escribirla?
Bueno, ya que esto no puedo contarlo sin desvelar el final del libro, te lo diré así: el tramo comprendido entre la página 396 (después del asterisco) y la 414. ¡Es la primera vez que respondo así a una pregunta como esta! ¡Tus lectores me van a matar!
- ¿Piensas que el amor entre frailes se podría dar en la actualidad?
Y se da. Parece mentira, pero el amor fiel, valiente y profundo existe. Lo han experimentado unos pocos privilegiados de todas las épocas y de todas las orientaciones sexuales.
- Completa la frase: Dios ha llenado con pétalos de rosas tiernas… tus manos amables. Permíteme reclinar mi cabeza en ellas.
- ¿Has echado en falta alguna pregunta? ¿Qué habrías respondido?
Ni le sobra ni le falta. Ha sido una entrevista muy agradable, gracias.
- ¿Qué puede suceder en Esa hora tan quieta?
Puede suceder que el lector se conmueva, goce, sufra, llore desesperadamente y se ría a carcajadas. Porqué así es la vida, una fuente repleta de alimentos: unos saben a dulce y otros a hiel.
- ¿Cómo te surgió la idea de escribir esta historia de valientes?
Tengo que remontarme a muchos años atrás, a finales de los 60, cuando mi padre compró el edificio de Sant Llorenç, un castillo-monasterio en avanzado estado de ruina. Un día, ya de mayor, mi padre me mostró el listado de los priores, des del siglo XI al XVI, haciéndome notar que uno de ellos huyó sin dejar rastro. Entonces empecé a darle vueltas, imaginando qué pudo haber ocurrido. Comencé a leer sobre la historia de Sant Llorenç, en libros ya publicados.
Pero, conforme iba creando la novela, resultó que la huída del prior pasó a segundo término. Los protagonistas fueron otros, dos frailes que se profesaron un auténtico y profundo sentimiento de amor y complicidad, mucho más allá de un simple deseo humano.
- ¿Para su redacción se palpa un gran trabajo de documentación?
Fueron más de siete años investigando e informándome. Toda la documentación acerca de la historia del monasterio se guarda en el Archivo episcopal de Vic y el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona. A parte de esto, consulté y leí más de ochenta libros, sobre todo de medicina del siglo XIV. A decir verdad, “Esa hora tan quieta” acabó por obsesionarme.
- ¿En qué momento te encuentras como narradora?
Estoy otra vez con los personajes de esta misma novela, escribiendo la “pre-cuela”, es decir, la historia cronológicamente anterior: desde que los dos protagonistas son pequeños hasta que se conocen.
- ¿Qué sentimientos quieres provocar en el lector?
Quiero provocarle un zarandeo interior, sacudirle de tal forma que no lo olvide jamás. ¿A que suena un poco agresivo?
- ¿Con qué personajes mantienes algún rasgo en común?
Antes te hubiera respondido que con ninguno. ¡Ingenua de mí! Ahora digo que con todos. Cuando escribes te despedazas y repartes los pedacitos entre los personajes. A unos les tocan más que a otros. Y luego está aquello tan doloroso de darse cuenta que has creado personajes que son lo que tú nunca podrás ser.
- ¿El pasado siempre persigue a las personas?
El pasado nos ha dado forma, pero ahí debe estar justamente, en el pasado, quietecito, para siempre. A mis protagonistas les pesa su “ayer” hasta que lo aceptan.
- ¿Qué obtiene Galzeran al renunciar como médico de sus ganancias y vanagloria?
Él mismo se da cuenta de que su retiro en el monasterio le da la oportunidad de estudiar e investigar más de lo que el ajetreo mundano le hubiera permitido. Esa es una recompensa para su mente científica. Pero, si sospecharlo al principio, su renuncia al mundo significará otra cosa mucho más importante: conocer el inefable sentimiento del amor absoluto.
- ¿Cuál es el atributo que destacarías de Berenguer?
Su inmensa calidad humana.
- ¿Es un defecto pecar de orgulloso?
Más que defecto diría que es un problema. ¡Un problema para uno mismo!
- ¿Es doloroso no poder consumar el amor con la persona amada?
Debe ser una de las peores torturas para el ser humano.
- ¿Qué papel juega El Cantar de los Cantares?
Esto no me lo había planteado, pero gracias a esta pregunta me doy cuenta de que El cantar de los cantares seria parte de la banda sonora de Esa hora tan quieta. El resto de temas musicales serían extraídos de Carmina Burana.
- ¿Cuál es el remedio para el mal de amor?
No lo hay. Pero de haberlo habido, estoy segura que Galzeran y Berenguer no lo hubieran tomado. Hubieran preferido seguir sintiendo el dolor lacerante del enamoramiento.
- ¿Cuál es la escena que más te emocionó al escribirla?
Bueno, ya que esto no puedo contarlo sin desvelar el final del libro, te lo diré así: el tramo comprendido entre la página 396 (después del asterisco) y la 414. ¡Es la primera vez que respondo así a una pregunta como esta! ¡Tus lectores me van a matar!
- ¿Piensas que el amor entre frailes se podría dar en la actualidad?
Y se da. Parece mentira, pero el amor fiel, valiente y profundo existe. Lo han experimentado unos pocos privilegiados de todas las épocas y de todas las orientaciones sexuales.
- Completa la frase: Dios ha llenado con pétalos de rosas tiernas… tus manos amables. Permíteme reclinar mi cabeza en ellas.
- ¿Has echado en falta alguna pregunta? ¿Qué habrías respondido?
Ni le sobra ni le falta. Ha sido una entrevista muy agradable, gracias.
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